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OTRA MIRADA

EL REGRESO DEL DINOSAURIO

EL REGRESO DEL DINOSAURIO

Puedo prometer y prometo que no pensaba escribir esta columna sobre el dictador Augusto Pinochet y no lo voy a hacer. La sem ana pasada le deseé larga vida y parece que no funcionó la cosa. No quería repetir el tema pero las circunstancias me han obligado al menos a nombrarlo. Repasando la prensa me he encontrado con unas declaraciones de Manuel Fraga Iribarne que me han hecho sentir este deber. Asegura el único ex ministro de la dictadura franquista que sigue en activo en la política española que Pinochet: “Aunque cometió algunos excesos, dejó chile mejor de lo que se lo encontró”.
No es la primera vez que escucho a este fósil político del franquismo declaraciones similares. En una entrevista en Televisión Española, cuando ganó sus últimas elecciones en Galicia, Fraga aseguró que el siglo XX había comenzado en España en 1936. Recuerdo aquella frase con la misma incredulidad con la que la escuché aquella vez, entendiendo que la guerra del 36 y sus miles de muertos y toda la sangrienta represión franquista habían modernizado este país.
Por un momento me imagino que un político alemán afirma públicamente que el siglo veinte alemán comenzó en 1933 cuando Hitler llegó al poder y veo a ese político decir adiós a su carrera pública y comenzar su periplo judicial por un delito de apología del Holocausto.
Pero en España por ahora no pasa nada cuando el hombre que participó en una dictadura que secuestró la democracia y violó durante de décadas innumerables derechos humanos asegura que un sangriento golpe de Estado modernizó nuestro país. No pasa nada cuando ese político que ha disfrutado de la democracia de la que privó a millones de españoles insulta a las víctimas de esa dictadura y aseguran que su dolor, que los atentados que padecieron fueron mejores para su país.
No pasa nada porque eso lo diga el presidente de honor de un partido político que cuando estuvo en el gobierno ilegalizó a otro partido político por no condenar atentados terroristas. No pasa nada porque el terrorismo haya sido cuantitativamente mucho menor de lo que fue la dictadura, con sus miles de muertos, excluidos, exiliados, aterrorizados, fusilados, expropiados, encarcelados y esclavizados. Tampoco tiene por qué pasar nada por el mero hecho de que una afirmación como esa la haga uno de los padres de nuestra Constitución. Por lo visto es a eso a lo que algunos llaman reconciliación; la libertad para insultar a las víctimas de la dictadura.
Por último, quiero explicarle al señor Fraga porqué Pinochet no mejoró su país. 3000 chilenos desaparecieron bajo su dictadura y para ellos y sus familias era imposible lo mejor. Miles de ciudadanos tuvieron que abandonar a sus familias, sus seres queridos, para poder sobrevivir convirtiéndose en exiliados. Hubo miles de torturados, detenidos, reprimidos, aterrorizados, silenciados, censurados, escondidos. Y no había democracia. A eso, un verdadero demócrata, nunca le puede llamar un país mejor.

UN ANIVERSARIO PARA LA MEMORIA

UN ANIVERSARIO PARA LA MEMORIA

El pasado lunes se cumplieron 31 años desde que millones de españoles vieron aquellas emblemáticas imágenes en las que un compungido Carlos Arias Navarro anunciaba entre sollozos que el dictador Francisco Franco había muerto.
Se trataba de un hecho histórico, de máxima importancia. El final de la dictadura permitía el regreso de la democracia que el militar ferrolano había aplastado sirviéndose de un golpe de Estado.
Pero aquel acontecimiento no fue vivido en nuestro país como algo festivo, a pesar de que muchas personas lo celebraran en sus casas. El miedo que había sembrado en la sociedad española ensombreció aquella fecha para la alegría.
Por aquellos días yo estudiaba el quinto curso de Enseñanza General Básica en un colegio de Pamplona. Llevaba apenas dos lustros en este mundo y no había tenido tiempo de realizar ninguna clase de activismo político, pero en algunos ámbitos de mi vida ya recibía el trato de un auténtico proscrito, de un pequeño enemigo del régimen. La causa estaba escrita en mis genes y no porque descendiera de dos abuelos que habían apoyado abiertamente a la Segunda República. Se trataba de algo mucho más básico, algo que yo no había tenido oportunidad de elegir; era zurdo.
Era zurdo y no por una metáfora de mis ideas políticas. El hemisferio derecho de mi cerebro estaba más desarrollado que el izquierdo y eso hacía que cuando comencé a escribir o a comer utilizara la mano izquierda de forma predominante. Ese hecho biológico no era considerado en mi casa como una tara, pero en el colegio sí. Algún profesor me llegó a comentar que no podía seguir escribiendo con la mano izquierda porque era la mano del diablo.
Pero en un ambiente asfixiante y alienante para el ser humano como era el de la dictadura, la actitud de mis profesores no se limitaba a orientarme hacia el uso de la mano derecha y a explicarme que la izquierda era la mano del diablo. En los días en que el hombre que robó la democracia de este país durante cuarenta años se despedía del mundo, mi profesor intentaba exorcizarme y sacar de mí al ingrato espectro que me sometía a sus terribles designios y me obligaba a escribir con una mano que no fuera la del diablo. Sin que mis diez años mentales me permitieran interpretar en qué andaba metido, o sometido, yo me revelaba contra los que trataban de someter a mi naturaleza.
Recuerdo aquel tiempo asfixiante en que los profesores eran pequeños dictadores de sus aulas y con toda la impunidad de un ambiente social represivo castigaban y maltrataban física y psicológicamente a sus alumnos, con el mismo modelo doctrinal con el que el régimen franquista había castigado a millones de españoles que habían intentado escribir la historia con la mano izquierda.
En mi casa se vivió con una alegría contenida. Y así ha sido durante años. Muchos niños de entonces recuerdan la sem ana de vacaciones que nos dieron en el colegio. Pero las lágrimas de Arias Navarro ya se secaron. Y yo me voy a permitir terminar esta columna tecleando el punto y final con el dedo corazón de mi mano izquierda.


Publicado el 22 de noviembre de 2006

ADIOS VERDUGOS

ADIOS VERDUGOS

El pasado sábado estaba haciendo zapping televisivo por los cana les que puedo ver en casa, gracias a la antena parabólica que mi comunidad ha sembrado en el tejado del edi ficio en el que habito. Saltaba por las imágenes del planeta: hambruna africana , la guerra de Irak, el cambio político de Estadios Unidos que acaba con la era Bush dos años antes de que abandone la Casa Blanca …
Seguí atentamente pululando por los desastres y las alegrías planetarias hasta que me detuve en la CNN, la televisión más internacional. Se trata posiblemente del medio de comunicación más influyente de la Tierra, capaz de presionar gobiernos, cambiar su imagen internacional o ser una herramienta política para los intereses yankis.
Atendiendo a la pantalla vi aparecer a una presentadora jovial y sonriente que anunciaba una noticia sobre Sadam Husein. La mujer, exhibiendo su dentadura de anuncio publicitario, aseguraba que la muerte en la horca no es tan dolorosa como parece. Entonces se daba paso a un reportaje en el que, con un esqueleto de plástico, un especialista explicaba los beneficios del ahorcamiento con respecto a otros métodos que utiliza el paladín mundial de la libertad, USA, para aplicar la pena de muerte.
Después de conocer con detalle los procesos biológicos que desencadena el descolgamiento de un cuerpo en una horca, casi sentí nauseas de que un medio de comunicación se convirtiera por unos minutos en la teletienda de la pena de muerte. Algo le está pasando al mundo para que ocurran cosas así, que permiten que se trivialice con una ejecución de un ser humano.
Independientemente de la responsabilidad que evidentemente tiene Sadam Husein en las violaciones de derechos humanos, la pena de muerte debería estar erradicada de nuestro planeta. En primer lugar por un principio laico de respeto a la vida. En segundo para evitar que un Estado o institución pueda tener en las manos una herramienta como esa; la decisión de eliminar a un ser humano.
La pena de muerte debería estar abolida en todo el mundo y en cualquier circunstancia. La eliminación de la vida no puede formar parte de ninguna legislación, independientemente de cual sea el delito que haya cometido una persona. Lo escribo en un país en el que durante muchos años la dictadura franquista la aplicó con impunidad y asesinó a miles de personas, en la mayoría de los casos por sus ideas.
Las reacciones ante la pena de muerte con la que se ha condenado a Sadam han sido ínfimas y las condenas hay que hacerlas por una mujer que lapidan condenada por adultero en el centro de África o por un criminal de guerra, aunque nos sintamos mucho más cerca de la mujer. Lo que ocurre es que no todo son condenas. José María Aznar ha celebrado la sentencia contra Sadam. Lo ha dicho sin que le tiemble la voz, con la misma firmeza con la que participó en el montaje de la carnicería de Irak o con la que el generalísimo firmaba los decretos que daban trabajo a los verdugos; esos profesionales que, por suerte, ya no son funcionarios en nuestro país.
Publicado el 15 de noviembre de 2006

UN BANQUERO Y UN SUEÑO

El otro día soñé que firmaba una hipoteca a cincuenta años para comprarme una casa de de cincuenta metros cuadrados. Me pasaba 600 meses de mi vida trabajando para el banco que me había prestado el dinero. Cinco décadas al servicio de un grupo de accionistas encantados de que aumenten los años en los que me permiten comprarme un piso y no lo haga mi sueldo.
Soñé que era un joven mileurista y que a pesar de hacer un trabajo medianamente cualificado y de llevarlo a cabo durante más de ocho horas diarias, dos o tres más, mi sueldo no pasaba de los mil euros.
En el sueño tenía una lucidez mental que me permitía ver las conexiones entre unas cosas y otras. Algunas no parecían muy normales, pero mi banco y mi jefe me han acostumbrado a que me parezcan normales cosas que no debería tolerar que lo fueran.
Una mañana me desperté en mi sueño y noté algo extraño en el contrato de la hipoteca que guardaba en una carpeta. Lo miré por detrás y descubrí que del reverso del papel de Estado en el que había firmado ante notaria salían dos pequeños tubos, como dos arterias que salen de un corazón.
Cogí uno de los conductos y seguí su curso. Bajé a la calle y caminé desde el barrio periférico donde yo vivía hacia una urbanización de mansiones increíbles, hasta que llegué a una donde mi tubo se introducía sin que yo pudiera continuar su curso. La gigantesca casa estaba amurallada por un muro gigantesco. Traté de escalarlo, pero no pude. Hice un nuevo esfuerzo pero la pared era resbaladiza. Lo seguí haciendo con ansiedad hasta que me agoté. Mientras me limpiaba el sudor de la frente escuché una campanilla, como de una caja registradora. Me alejé para poder ver algo más allá del muro y vi un contador que sumaba constantemente una cantidad.
Mientras estaba allí llegaron más jóvenes siguiendo otros conductos y después de intentar saltar el muro sudaban y su sudor hacía que el timbre de la caja registradora anunciara un aumento de los beneficios del señor banquero.
Volví frustrado por no haber conocido al hombre para el que voy a trabajar cincuenta años. Me tumbé en la cama, pero de pronto me acordé del otro conducto. No tenía ganas de salir, así que comencé a tirar de él. Tiré y tiré hasta que conseguí que llegara a mi ventana el extremo. Venía una caja en la que podía leerse la palabra REALIDAD. Intenté abrirla con las manos, pero no pude. Comencé a golpearla con un martillo y un cortafríos hasta que conseguí abrirla, después de un gran esfuerzo. Entonces, cuando miré dentro para ver que había escuché una voz: “Tu lo has hecho; antes era una realidad cerrada y ahora soy una realidad abierta”.
En ese instante me desperté mientras el eco de aquellas palabras se disolvía entre mis neuronas. Como los sueños explican lo que nos pasa interpreté que al firmar ante el notario había hipotecado 600 sueldos de mi vida y 50 años de mi realidad. Entonces deduje que si la realidad podía abrirla con mis propias manos, nadie me obligaba a mantenerla cerrada.
Publicado el 8 de noviembre de 2006

¿LOS SABIOS DE TVE?

El pasado 28 de octubre Televisión Española celebró su 50 cumpleaños. Los festejos no fueron excesivos porque el ente anda camino de mandar a la calle a más de 4000 trabajadores y no está el horno para bollos. Son cinco décadas que forman parte de la memoria sentimental de millones de españoles, especialmente de los que parpadeamos durante años cuando ése era el único c ana l.

 

Cuando José Luis Rodríguez Zapatero llegó a la presidencia del Gobierno anunció a bombo y platillo un gran proyecto para remodelar la televisión pública, modernizarla y acercar sus contenidos a los de otros grandes c ana les europeos como la BBC. Para ello se creo un Comité de Sabios, formado por personalidades de la filosofía o las ciencias sociales que durante un tiempo reflexionaron acerca del papel que debe tener en una sociedad como la nuestra una televisión pública estatal.

 

El informe del Comité de Sabios hablaba de una programación de servicio público, que ocupara los espacios que las televisiones que dependen del libre mercado no quieren ofrecer, que se ocupara principalmente de temas culturales y sociales. Se trataba del proyecto de una televisión formativa, educativa y que fomentase el espíritu crítico de los ciudadanos.

 

Pero si uno echa un ojo a TVE 1 es difícil encontrar la filosofía del Comité de Sabios plasmada en la programación. Puedo encontrar programas como Mira quien baila, donde la nieta del generalísimo Franco se pone a sueldo de todos los españoles; o el programa Ankawa, donde Bertín Osborne con la repetitiva recua de famosetes se divierte unas horas, o Cine de Barrio, donde no se utiliza nuestra filmografía para ana lizar lo que fuimos y entender lo que somos, sino para hacer un folklore inspirado en el lado más casposo del día de la raza.

 

Realmente se trata de una televisión pública difícil de defender y mucho más si tenemos en cuenta que los costes causados por el mantenimiento de tanta caspa catódica han generado una deuda que supera los 7000 millones de euros. Una gestión tan deficitaria a cambio de una programación que en su horario de máxima audiencia ofrece contenidos cuyo único fin es atrapar una porción de la tarta publicitaria.

 

Recientemente en un desayuno informativo un periodista le preguntó a Carmen Cafarell, la directora del ente, si tenían pensado tomar algún tipo de m edi da contra los gestores que habían contribuido a crear esa gigantesca deuda.

 

La existencia del Comité de Sabios y de su informe parece más bien una coartada que un proyecto real. Ni siquiera ahora, que se prepara la regulación y la prejubilación de miles de trabajadores, se plantea que forma parte del proyecto de hacer una televisión pública que cumpla un servicio real a los ciudadanos.

 

En algunos países europeos se pagan impuestos especiales para las televisiones públicas. A mí no me importaría hacerlo si viera en TVE programas que ayudan a la gente a ensanchar su cultura; si viera en la televisión otras voces que a menudo no llegan a las pantallas. Rectificar es de sabios. Les estoy esperando.

 

Publicado el 1 de noviembre de 2006

A LA PAZ, PAZ Y AL VINO, VINO

Durante la mañana de hoy, la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo debatirá en su plenario general la propuesta de dar respaldo al proceso de negociación entre el gobierno español y la banda terrorista ETA, tras la declaración pública de alto el fuego permanente que tuvo lugar el pasado 22 de marzo.

 

Dicen algunos dirigentes del Partido Popular que José Luis Rodríguez Zapatero no ha tenido suficiente con romper España y ahora quiere hacerlo con Europa, dividiendo en dos grupos a los parlamentarios que representan la soberanía de la Unión Europea.

 

El proceso de paz es un río revuelto al que todos los pescadores quieren echarle sus redes. Los dos partidos mayoritarios lo utilizan como una herramienta que puede dar y quitar en las próximas contiendas electorales.

 

Eso hace que sus actitudes no sean a menudo todo lo claras que deberían ser. Por parte del Gobierno se repite que la sociedad española no va a tener que pagar un precio político por el fin de la violencia etarra. Es difícil creer que dos partes de un conflicto se sienten a negociar sin que ambas vayan a beneficiarse en algo.

 

Desde el 11 de septiembre de 2001, día que hundieron las torres gemelas y en especial desde los atentados en los trenes de Madrid del 11 de marzo de 2004, el terrorismo de ETA estaba herido de muerte, criminalizado y perdiendo los pocos apoyos internacionales que podía tener.

 

El Gobierno español tiene que haber establecido una hoja de ruta en la negociación con ETA en la que los negociadores van seguramente unos cuantos pasos por delante de lo que los ciudadanos vamos conociendo. Tendrán que permitir que Batasuna se presente a las elecciones, tendrán que acercar los presos, reducir condenas y otras cosas que permitan que ese fin de la violencia se afiance.

 

Esa labor permitirá al PSOE trabajar electoralmente sobre una mayoría social que está evidentemente a favor del fin de la violencia y en ese sentido es posible que alcancemos las elecciones generales de 2008 y los españoles tengamos que elegir entonces entre un gobierno que negocia la paz, el del PSOE;  y uno que no lo hace, el del PP. Dependerá de los negociadores el manejo de los tiempos, de las crisis y de los avances.

 

En cuanto al Partido Popular, la postura que ha elegido es comprensible e incomprensible. En los últimos años los dirigentes populares han vinculado estrechamente su identidad a los sectores conservadores de las víctimas del terrorismo de ETA. Pero lo que resulta sorprendente es que utilicen una serie de adjetivos descalificativos para unas maniobras de negociación que el gobierno de José María Aznar llevó a cabo en el año 1998. Y si entonces consideraban que era pertinente llevarlas a cabo, lo mismo debe parecerles en estos momentos.

 

De lo que se trata es de que las víctimas tengan apoyo de las instituciones y de que se construya una nueva situación en la que las armas no vayan por delante ni por detrás de las ideas. Y que cada cual se descubra de sus intereses de partido y compatibilicen la justicia con el bien común.

 

Publicado el 25 de octubre de 2006

LUZ Y TAQUÍGRAFOS

Es una fotografía que he visto en muchas portadas de periódicos. Un político fuerza una sonrisa hasta poner en riesgo su esternocleidomastoideo. Está sentado junto a una gran mesa y rodeado de fotógrafos y operadores de cámara de televisión. Su sonrisa parece sacada de un estudio de diseño gráfico. Frente a él un notario sujeta con sus manos un documento y sonríe de una forma mucho más natural que el candidato.

 

En un momento el candidato firma el documento y su rostro resplandece, conocedor de que está protagonizando una imagen que yo y otros muchos miles de personas contemplarán en los m edi os de información. Artur Mas firma ante notario una promesa que hace a sus electores; que tras las elecciones catal ana s no pactará con el Partido Popular. Estratégicamente es una buena jugada para él y una puñalada para Josep Piqué. Mas se ofrece ante el electorado catalán de derechas como única posibilidad de un gobierno conservador y hace un llamamiento a los votantes del PP para que frenen al tripartito votándole a él. También habrá electores con una fuerte identidad nacionalista que duden entre el voto a CiU o el voto a ERC y una convergencia sin componente español le acabe siendo más atractiva.

 

Conociendo esa imagen me podría preguntar dónde han llegado los políticos que para tener cr edi bilidad necesitan un notario, porque los electores ya no creen en ellos. Pero no es así. Artur Mas ha conseguido con ese acto público que los m edi os de comunicación le entreguen ese mensaje a los electores conservadores que no quieren que se repita el tripartito y están dispuestos a “catalanizar” su voto popular o a derechizar su voto a esquerra.

 

El acuerdo notarial presentado por Artur Mas es sólo una cáscara, una estrategia personal que nada dice del contenido político que tendría un gobierno presidido por él. No dice nada de los 23 años de gobierno de Pujol en los que Cataluña se convirtió en una de las Comunidades Autónomas con menos gasto educativo. No dice nada de lo que hará con problemas como la inmigración o con la sanidad pública.

 

La profesionalización de la política y el marketing electoral han hecho que las formas sean más importantes que los contenidos. Artur Mas puede cumplir su acuerdo de no pactar con el PP, pero eso no dice nada de lo que ocurrirá con sus m edi das políticas. Sin embargo habrá gente que por esa forma decida darle su voto.

 

Lo que estaría muy bien por parte de Mas sería que si alcanza la presidencia de la Generalitat aplicara la misma transparencia con la que ha firmado el acuerdo notarial en su política diaria. Hace unos meses saltó el escándalo del 3%, las supuestas comisiones por obras públicas que CiU recibió durante años. Lo que parecía un escándalo de grandes dimensiones fue camuflado por una cortina de humo a la que contribuyeron todos los partidos con representación en el Parlamento catalán. Sería bueno que ese notario que ha trabajado en el inicio de la campaña lo hiciera todos los días, vistiendo de transparencia lo que en los últimos tiempos navega en la oscuridad. Luz y taquígrafos para una política sin sonrisas de diseño.

 

Publicado el 18 de octubre

LO QUE NO SE VE

El conflicto internacional acerca del ensayo de armamento atómico de Corea del Norte ha despertado la sombra de un posible enfrentamiento nuclear, denunciado por Estados Unidos, el país que cuenta con el arsenal más potente del planeta, capaz de convertir esta Tierra en la que vivimos en polvo cósmico. Pero las armas inmensamente letales que no se ven, las químicas, las que se guardan en ocultos laboratorios, no forman parte de ningún debate político.

 

La periodista Ana Politkovskaya muere asesinada de cuatro tiros cuando estaba finalizando una investigación acerca de las violaciones de derechos humanos que el gobierno ruso está llevando a cabo contra ciudadanos chechenos. Cerca 300 periodistas han sido asesinados o hechos desaparecer desde 1991. Nunca sabremos quién lo hizo y la verdadera razón que detonó la decisión de asesinarla.

 

El ex presidente norteamericano Bill Clinton consigue miles de millones de dólares para que el tercer mundo pueda acceder a la compra de medicamentos. Un dinero que irá a parar a las arcas de la industria farmacéutica, que ha recibido esta iniciativa como si se tratara de una propuesta desinteresada. En cambio a pesar de que el tercer mundo compre los medicamentos a un precio menor, los beneficios de esa industria en esa operación seguirán siendo milmillonarios.

 

El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha mantenido una imagen de distancia con George Bush, desde la retirada de las tropas españolas de Irak. Se trata de una cuestión de imagen, porque esa enemistad no impidió que 150 vuelos de la CÏA aterrizaran en suelo español llevando en sus bodegas a presuntos terroristas que estaban siendo torturados y llevados a cárceles secretas.

 

El periodista German Yanke abandona el telediario de la cadena Telemadrid que presentaba todas las noches. Se trata del canal público de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM). Hace unos días Yanke entrevistó a la presidenta de la CAM, Esperanza Aguirre, y le preguntó si tenía ambiciones en la política nacional. Aguirre le reprochó en antena al periodista que estaba comprando los argumentos de sus adversarios políticos. Una semana después Yanke dimite por presiones políticas y la cadena pública asegura que se trata de una cuestión de presupuestos para producir su telediario.

 

La realidad que vemos, la que nos dejan ver, es a menudo la punta de un iceberg. Los hechos esconden su verdadero significado. No vemos ni conocemos la potencia del armamento químico que tiene el gobierno Bush. No vemos las presiones qué padeció la periodista Elena Politkovskaya ni los vericuetos por los que tuvo que avanzar en sus investigaciones. No vemos el incremento de los beneficios de la industria farmacéutica que produce el acceso a los medicamentos del tercer mundo. Tampoco cómo se produjeron las autorizaciones para que los vuelos de la CIA tomaran tierra en suelo español. Ni las presiones que pudo sufrir el periodista German Yanke tras entrevistar a Esperanza Aguirre. Pero mirando y analizando con inteligencia los acontecimientos podemos entender que lo que verdaderamente pasa es lo que no se ve.

SÓLO UNA FICCIÓN

SÓLO UNA FICCIÓN

Con las nuevas tecnologías, la vida cotidi ana se está haciendo muy compleja. Hasta hace unos años era fácil distinguir la realidad de la ficción. No tenías ni que pensarlo. Cada una caminaba por su lado y apenas tenían roces. Lo que yo sabía perfectamente era distinguirlas. Aquí una y ahí la otra. La frontera que las separaba estaba perfectamente definida. Eran como dos animales de especies diferentes. Yo las percibía e inm edi atamente podía decir: aquí están las cosas que ocurren realmente y aquí las cosas que pasan ficcionadamente. Eso me daba una gran tranquilidad porque sabía qué suelo pisaba cuando llegaba información a mi cerebro a través de los sentidos.

 

Pero últimamente las cosas han cambiado mucho y esas dos sustancias con las que nos relacionamos han perdido impermeabilidad. Se han vuelto porosas, transitables y a menudo el apéndice de uno se introduce en la otra y viceversa. El mundo cada vez es más virtual y en ese territorio tenemos que movernos los seres humanos en las sociedades industrializadas.

 

El vídeo de la campaña contra el hambre en el que se ve cómo unos jóvenes se adentran en el hemiciclo del Congreso de los Diputados es un claro ejemplo de lo que digo. Su difusión ha causado un gran debate, quizás excesivo. Unos dicen que ha sido una afrenta el hecho de que unos jovencitos se hayan “colado” en el lugar donde reside la soberanía del pueblo y que merecen un castigo. Otros argumentan que los muchachos no han hecho nada a nadie y que como lo hacían por una nueva causa hay que quitarle hierro al asunto. El vídeo trata de vendernos una ficción en el envase de la realidad.

 

En los últimos años, con la llegada de los programas de televisión que se conocen como reality shows, la realidad ha comenzado a difuminarse y comportarse como la ficción. El anuncio de la campaña contra el hambre ha sido eso; un intento por hacer creer que alguien había robado la silla del Congreso de los Diputados en la que se sienta el presidente del Gobierno.

 

A fuerza de confundir una cosa con la otra los seres humanos de las sociedades computerizadas vamos a dejar de distinguir lo que nos rodea. Será una forma de volver a la caverna. El mito de la caverna de Platón decía más o menos que lo que percibimos los seres humanos son las sombras de una realidad que ocurre fuera de nuestro cerebro, una realidad a la que nunca vamos a poder mirar a los ojos.

 

El problema nació cuando la luz y la sombra empezaron a parecerse. Los hombres empezaron a hacer guerras en nombre de la libertad de los pueblos, pero les interesaba la libertad de las empresas.  Las desgracias que sólo habíamos conocido en las películas entraban en los tel edi arios en forma de aviones que se estrellaban contra rascacielos o asesinos en serie que asaltaban colegios.

 

A pesar de lo dicho tengo que reconocer que no todas las realidades son blandas porque las hay inconfundibles, que no cambian y que nunca serán ficción. Una realidad que consiste, por ejemplo, en que el presidente Zapatero seguirá teniendo su asiento en el Parlamento. Y otra, que los gobiernos occidentales, a pesar de que puedan hacerlo y lo han prometido varias veces, no harán que el hambre en el mundo sea sólo una ficción.

Publicado el 4 de octubre de 2006

AZNAR NO ENCUENTRA SU SITIO

AZNAR NO ENCUENTRA SU SITIO

José María Aznar me tiene bastante preocupado. Desde las elecciones de marzo de 2004  lo noto raro, como si no encontrara su sitio tras los ocho años en los que ocupó el Palacio de la Moncloa. Su vida como ex presidente le está resultando más complicada de lo quizás pensó. No sé si eso tendrá alguna relación con las mentirás que contó el 11 de marzo. Quizás es la culpa lo que azota su atormentado espíritu. Debe ser difícil haber sostenido una de las mayores mentiras de la historia y tener que pasear por el mundo con ese sambenito. Sobretodo después de lo que hizo por España y por el pueblo iraquí.
Estoy seguro de que después de la fotografía de las Azores se imaginaba a sí mismo presidiendo algún organismo internacional de primer orden. Pero antes de ocupar ese cargo quiso dejar a su heredero con una mayoría absoluta y la avaricia electoral le rompió el saco. Sus apariciones ante la opinión pública acostumbran a producirse gracias a sus excéntricas declaraciones y utilizo la palabra “ex céntricas” porque son afirmaciones muy alejadas del centro político, por el que sólo transitó de lejos durante sus años de gobierno en minoría, pactando con los nacionalistas vascos y catalanes. La situación de Aznar es complicada. Lo que ocurrió entre el 11 y el 14 de marzo de 2004 fue demasiado fuerte como para poder borrar esa mancha con la erosión que provoca el paso del tiempo y la velocidad con que fluye la información, que ha convertido el presente en algo extremadamente efímero.  Una de sus opciones sería admitir públicamente lo que hizo y p edi r perdón a todas las personas a las que llamó miserables por dudar de su versión de los hechos. Y en especial, disculparse con las víctimas del atentado.
Eso quizás no le devolvería la imagen que mantenía la víspera del 11 M , pero sería un gran ejemplo para la política española el hecho de que alguien admitiera un error y se disculpara por él.  Cuando un político piensa que todo el mundo está equivocado menos él algo está ocurriendo. Eso le pasó con la guerra de Irak y desde entonces sigue viendo monstruos donde hay molinos. Y lo que me temo es que sabe que son molinos, pero prefiere tratarlos como monstruos. Su última gran epopeya ha sido declarar en la televisión portuguesa que es mentira que su gobierno negociara con ETA. Parece que las decenas de periodistas que escribieron noticias y portadas sobre esa negociación tenían alucinaciones. Quizás debería plantearse el ex presidente denunciarlos por falsificación de hechos. Pero un hombre tan importante y que ha venido al mundo para una misión trascendental no puede perder el tiempo en salvar su honor. 

 

Aznar prefiere d edi carse a la guerra santa, para la que parece designado por una divinidad. Ha exigido que los musulmanes pidan perdón por la invasión de un país llamado España, pero que no existía en el año 711. Ha reivindicado la labor de los Reyes Católicos que expulsaron a los “moros” y unificaron una parte de la península ibérica. Sin duda se trata de un hombre que no es de su tiempo; con la mentalidad que tiene debería haber nacido en el siglo XV.

 

Publicado el 27 de septiembre de 2006

LA PRIMERA PIEDRA

LA PRIMERA PIEDRA

El embajador del Estado Vaticano en España, Manuel Monteiro, asegura que las declaraciones de Ben edi cto XVI sobre la propensión a la violencia de los musulmanes tenían el objetivo de ofrecer un diálogo “franco, sincero y con respeto mutuo”. Menos mal que el Papa estaba tendiendo puentes porque si su intención no hubiera tenido tanto talante regresaba el servicio militar obligatorio y todos nos íbamos a las cruzadas para obligar al “infiel” a darle la razón a Ben edi cto.
Con lo sofisticados y complejos que son los equipos de trabajo de los estadistas y los dirigentes políticos, hay que pensar que Ratzinger no lanza en sus discursos lo primero que se le viene a la cabeza. Por tanto, la inclusión de la frase en la que habla de la extensión violenta de la religión musulm ana no era gratuita, ni anecdótica, y estaba destinada a buscar un objetivo. Analizar las últimas piezas que ha movido el Vaticano en las últimas sem ana s puede permitir comprender sus objetivos y cuál ha podido ser su intención.
Recientemente, los estrategas del Vaticano han relanzado la campaña para que la futura Constitución europea, pendiente de resurrección, incluya en su preámbulo una mención a las raíces cristi ana s de este continente que durante muchos siglos no fue tan civilizado como hoy parece. Ya sabemos, por experiencia reciente, lo importantes que son los preámbulos constitucionales o estatutarios. Y el que no lo sepa que se lo pregunte a las elecciones anticipadas de Cataluña, del próximo 1 de noviembre.
Merece la pena pensar dónde están las raíces de Europa y si el cristianismo ha sido nuestra raíz más determinante. Si no lo ha sido la Grecia clásica, con su democracia, su res pública y su politeísmo; o esos hombres y mujeres de Atapuerca, que comenzaron a civilizar esta península sobre la que caminamos.
Las críticas a la implantación del cristianismo en la constitución europea no surgen únicamente por un espíritu laico si no por las evidencias históricas de la iglesia católica, que en muchos momentos de su historia no ha sido precisamente un ejemplo del amaros los unos a los otros.
La reacción de los islamistas, que han convocado para el próximo viernes intensas movilizaciones contra el Papa, es perfecta para la imagen pública del Vaticano. De ese modo tira la piedra, esconde la mano y aparece ante el mundo como “víctima”, una posición desde la que solicitar y reclamar, como ya están haciendo muchos obispos, que los gobiernos europeos lo defiendan y de algún modo lo representen.
La iglesia católica no puede tirar ni la primera piedra ni la segunda al reprochar el uso histórico de la violencia. Basta conocer cómo se desarrollo la conquista de América o leer un poco de documentación acerca de la Inquisición , sus métodos y su forma de eliminar a aquellos que construían o defendían argumentos que desde la ciencia y la racionalidad hacían crecer la razón en detrimento de la superstición. Después de sus declaraciones el Papa llama al respeto mutuo entre las religiones. Parece que se ha olvidado de pr edi car con el ejemplo.

LOS HOMBRES GRISES

LOS HOMBRES GRISES

Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) concluye que España es el país de la Unión Europea con la mayor tasa de abandono escolar. La afirmación se plasma en que un 30% de los alumnos españoles no terminan la enseñanza obligatoria.   El informe asegura que en España el sistema educativo ha mejorado en los últimos 25 años. Tenemos, por ejemplo, las aulas menos masificadas de Europa. Pero el informe manifiesta que el aumento del Producto Interior Bruto español no se ha visto reflejado proporcionalmente en la inversión de las instituciones públicas en la enseñanza.  
La sociedad que invierte en enseñanza invierte en su futuro. Dice el dicho popular: "Según hagas tu cama, así dormirás en ella"; y dice bastante. La falta de recursos d edi cados a la enseñanza produce y reproduce una escisión social entre los niños que tendrán más oportunidades en su futuro y los que tendrán menos. El informe de la OCDE ratifica el hecho de que la tasa de paro es menor entre aquellas personas que tienen una mayor formación académica y aquellas que no. Ese 30% por ciento de alumnos españoles que no terminan la enseñanza obligatoria no son una fría estadística; son chicos y chicas que pasaran en más ocasiones por las colas del INEM, que tendrán menos recursos para desarrollar su vida o la de sus descendientes y que se verán abocados a ser la mano de obra peor pagada.   Las cosas no suelen ocurrir porque sí y unas suelen estar relacionadas con otras. Por ejemplo, tenemos el mayor número de estudiantes que abandona la enseñanza obligatoria de la UE y la mayor tasa de beneficio empresarial de la UE. Por algún mecanismo que no tiene por qué estar desconectado, a mayor fracaso escolar, mayor beneficio empresarial.  
El fracaso escolar es un fracaso social. Las relaciones y reacciones sociales que genera y regenera esa falta de educación son numerosas. Entre todas ellas hay una fundamental, la falta de ciudadanos con la cultura suficiente como para defenderse ante abusos, tener una idea clara de la vida que quieren o que merecen y contar con las herramientas que necesitan para defender sus derechos.   El futuro, los derechos y los beneficios que unos pierden al abandonar la enseñanza no desaparecen, se transforman en beneficios para otros: empleados que cobran menos, usuarios que no exigen sus derechos e infelicidad para muchas personas que convertirán en frustración un estrechamiento en su futuro que no pudieron elegir.   El escritor Michael Ende publicó "Momo" en 1973. Una historia en la que aparecen unos hombres grises que se alimentan del tiempo de los demás y se lo fuman en enormes puros. Así los amigos de Momo, la niña que escucha, dejan de conversar, de convivir con los demás o llevar una vida tranquila. El 30 por ciento de los estudiantes españoles no saben que les darán su tiempo a otros, para que se lo fumen. Y el Estado, del que todos los ciudadanos somos accionistas, no debe permitir que los hombres grises sigan fumando. Y nosotros, tampoco.

PUERTAS AL CAMPO

PUERTAS AL CAMPO

En el verano de 1999 realicé un viaje por el norte de Marruecos. Y en un tren que cubría el trayecto entre Fez y Tánger entablé conversación con un joven marroquí de 19 años. Al principio comentamos cosas acerca del viaje y del país. Después, cuando cogió un poco de confianza, me confesó que iba a Tánger para embarcar en una patera y no era la primera vez que lo hacía. Me contó que unos meses antes había naufragado en una frente a las cosas de Almería y había sido el único superviviente de veintitantos tripulantes. Me dijo que le había entrevistado la televisión y entonces recordé haberle visto en la cama de un hospital, en un reportaje de Informe Semanal. Todos sus compañeros de infortunio se habían ahogado; él era el único que sabía nadar.

Me costaba creer que pudiera intentarlo de nuevo. Pero me lo contó con total normalidad. Tenía un hermano en Ámsterdam y otro en Barcelona y no estaba dispuesto a ser “el hermano pobre” de la familia. Recuerdo que me dio una tarjeta de la peluquería en la que trabajaba en Fez, mientras me contaba con una sonrisa en los labios lo ilusionado que estaba con su nuevo intento. Su historia me dio la medida del poder de atracción que tiene Europa para los habitantes del continente africano que quieren prosperar o escapar de la miseria.
Todos los años el número de pateras aumenta en agosto y septiembre y me acuerdo de él. Los hermanos vuelven de vacaciones a sus lugares de origen, acompañados por el bienestar económico que conquistan al norte del estrecho. Y es muy posible que además aporten parte del dinero para que otros hermanos intenten la aventura.
Cuando el Gobierno español montó hace unos meses el espectáculo de la valla de Melilla, como una media milagrosa para impedir la llegada de inmigrantes, entendí de forma casi matemática el significado de la frase: “ponerle puertas al campo”. Todos los inmigrantes subsaharianos que no pueden saltarla están llegando en cayucos a las costas canarias. Y lo seguirán haciendo a pesar de los barcos que la Unión Europea va a desplazar a la costa del Senegal, para impedir el paso de los fugitivos del hambre.

El deseo de prosperar, de huir de la miseria y de proporcionarle a la familia un futuro mejor no se puede vallar, ni eliminar con unas patrullas marítimas. Es evidente que el fenómeno de la inmigración es mucho más complejo y que Europa es en buena parte responsable del problema actual, por la explotación colonial que hizo, y que en parte sigue haciendo, del continente africano.

Para abordar una solución real es insuficiente que los chicos de Moratinos ofrezcan ayudas económicas a los gobiernos a cambio de que controlen sus costas. Hay que mirarlo de forma compleja y entender que la solución pasa por atacar el problema de raíz. Mientras el futuro económico y socialmente digno sea una franquicia, a la que buena parte de los habitantes del planeta no tiene acceso, no cambiará el rumbo ni la intensidad de la inmigración. El fin de la miseria debe ser un objetivo prioritario de la comunidad internacional. Y para solucionarlo realmente, se deben sustituir las medias represivas por políticas comprensivas.

ECHAR LEÑA AL FUEGO

ECHAR LEÑA AL FUEGO

Lo ocurrido en Galicia con la oleada de incendios me produce unas inmensas ganas de repartir leña a diestro y siniestro. Los políticos han vuelto a quedar a la altura del betún, incapaces de mostrar y demostrar la responsabilidad que deberían ejercer.

Los primeros en pagar el pato de mi rabia van a ser los responsables de la Xunta de Galicia. El aumento de superficie quemada este verano, con respecto a la del año pasado, puede que salga de una simple regla de tres si introducimos el porcentaje de disminución lluvias en los últimos meses. Pero por haberse tratado de un año de sequía, deberían haber multiplicado su plan de prevención de incendios.

También tiene su parte de responsabilidad la oposición, que ha vivido el mismo año de sequía y, con tantos años de experiencia de gobierno, debería haber reaccionado. Cuando uno está en política debe ser responsable; tanto si gobierna como si no lo hace.

Hemos vivido durante cuarenta años en una dictadura donde los gobernantes, a golpe de casquillo, no ejercían responsabilidades sobre sus actos. Es más, nuestra actual democracia se constituyó sobre su misma impunidad y de aquellos polvos, estos lodos. Y una sociedad cambia más rápido su apariencia que su mentalidad.

El caso de las responsabilidades me sirve para el metro de Valencia, el hundimiento del barrio del Carmel o los repetidos accidentes laborales en los que generalmente los trabajadores son enterrados sin la presencia de ningún cargo institucional.

El político debe interpretar permanentemente lo que ocurre con inteligencia. Si está gobernando tiene el deber de anticiparse a las desgracias, al menos a las que avisan. Y si está en la oposición también tiene ese deber y no sólo el de atacar al contrario. Hubiera estado bien que el PSOE avisara hace unos meses del mal funcionamiento del metro de Valencia o que el PP hubiera reclamado un plan especial antiincendios al principio del verano, como consecuencia de la falta de lluvias. Mucho nos habríamos ahorrado.

La política que se ejerce en nuestro país está movida en demasiadas ocasiones por la intención de derribar al contrario. Y vuelvo al pasado, cuarenta años de una dictadura que derribó una democracia y de una democracia que para regresar intentó derribar a una dictadura.

Y desde ese pasado también hay leña para los ciudadanos, que viven en la misma realidad, que han vivido esa sequía y que delegan demasiadas cosas en los políticos. Venimos de una sociedad donde el dictador Francisco Franco esgrimía su gran principio: “Haga como yo, no se meta en política”. Y de aquellos polvos, estos lodos.

Somos una sociedad que no gobierna sus desgracias, sino que lo hace cuando ya han ocurrido. Hay una especie de delegación en la providencia divina que en una civilización que cuenta con importantes instrumentos científicos y tecnológicos no deberíamos tolerar. Tenemos que exigirnos y exigir a los políticos que las utilicen para mejorar nuestra calidad de vida y que no dependamos de la improvisación cuando alguien con la insana intención de quemar un bosque decide que nuestro futuro sea vivir rodeados de cenizas.

LA REALIDAD

LA REALIDAD

Cuatro soldados de los Estados Unidos de Norteamérica, que invadieron Irak para liberar al pueblo de Sadam Hussein y permitirles el camino hacia la libertad, están siendo juzgados por la violación y el posterior asesinato de una niña de 14 años. Primero la  dispararon en un ojo y luego carbonizaron parte de su cuerpo. En la habitación contigua de la casa de la pequeña estaba su hermano de seis años al que habían disparado en la cabeza y sus padres, que también habían sido asesinados.

La península ibérica está siendo arrasada por incendios forestales mayoritariamente provocados. En muchos casos se trata de la preparación del suelo para poder especular con él. Llama especialmente la atención el caso de Galicia donde los destructores de la naturaleza son especialmente activos en su contribución a la desertización de nuestras tierras. En la comunidad gallega se han llegado a producir 62 incendios simultáneos.

El ejército de Israel sigue aplicando al pie de la letra su invasión del Líbano y asesinando a decenas de civiles con la impunidad que le concede lo que se conoce como Comunidad Internacional. Recuerdo como hace más de una decena de años Sadam Hussein invadió el territorio de Kuwait y la reacción de la citada comunidad desembocó en la Guerra del Golfo. Ahora la ONU o la Unión Europea están demostrando su capacidad para explicarnos lo que es la política de hacer la vista gorda.

En las últimas semanas se han producido varios accidentes laborales que siguen poniendo a España a la cabeza de la siniestralidad europea. Uno de los obreros fallecidos en Madrid había obtenido un puesto de trabajo en la sexta subcontrata de una misma obra. Entre la empresa que recibió el encargo y la suya había otras cuatro que retiraban un poco de dinero y encargaban la obra a otra constructora. La administración debería ser contundente en esos casos. Quizás ha llegado el momento de crear el carné por puntos para empresarios.

Los cayucos siguen arribando a las costas de las Islas Canarias con cientos de hombres y mujeres que huyen de la miseria. Hace algo más de un año que los países más poderosos del planeta, agrupados en el G-8, prometieron ayudas millonarias para el Tercer Mundo y buscar “un poco más” de justicia en el reparto de los recursos del planeta. Pero esa promesa se ha quedado en poco y los habitantes de la desigualdad buscan una salida a veces tan dramática como la de subirse a una pequeña barca que navega a lomos de la muerte para buscar la otra tierra prometida. En lo que va de año España ha recibido 24.336 emigrantes por costa, el doble que en 2005.

La indignación por la invasión de las pistas del aeropuerto de Barcelona continúa en un país en el que la protesta laboral de los meses la habían llevado a cabo trabajadores que llegan a ganar 12.000 euros mensuales. Mucho da que pensar un hecho como ese del mundo del trabajo, cuando estamos a la cola europea de los menores sueldos y a la cabeza de los que más horas trabajan.

Estos días algunos están de vacaciones, otros las han disfrutado y saborean el eco de sus tumbonas y sus siestas; pero la realidad, lo que se dice la realidad, no descansa.

¿UN MUNDO FELIZ?

¿UN MUNDO FELIZ?

El psicólogo social británico, Adrian White, de la Universidad de Leicester, ha presentado un estudio planetario sobre los índices de satisfacción de los ciudadanos de 178 países. Se trata de saber lo contentos que estamos los habitantes de este planeta, si es que queremos verlo por el lado positivo, porque su estudio también mide el grado de infelicidad que producimos los seres humanos que habitamos la Tierra.Del estudio se pueden extraer tres conclusiones fundamentales. Como todos somos consumidores de felicidad e infelicidad es posible que parezcan evidentes. La primera de ellas es que el dinero es uno de los indicadores que influyen en el grado de la alegría humana. No es determinante a partir de un cierto nivel, en el que está garantizada una buena capacidad de consumo. Dinamarca es, según el estudio, el país en el que la gente está más satisfecha. Se trata curiosamente de un lugar donde se pagan muchos impuestos y la gente tiene muchos servicios sociales. Y es que el siguiente factor que parece determinante en la felicidad humana es la salud y para eso nada mejor que una buena cobertura médica pública, como la danesa. El siguiente punto importante, en tiempos de paz, es la educación que es la formación que la sociedad da a los individuos para que se desarrollen, interpreten el mundo en el que viven y se relacionen con los demás. Esa es otra cuestión que tiene que ver con las aportaciones que los ciudadanos hacen al Estado y que demuestra lo importantes que son las medidas políticas para la felicidad social. Cuando un país tiene el nivel de satisfacción de Dinamarca se siente generoso y tiene ganas de ayudar a los demás. Desde hace años el gobierno danés dedica el 1% del Producto Interior Bruto al desarrollo del tercer mundo, mientras en países como el nuestro los distintos gobiernos llevan años prometiendo un 0,7% que no acaba de llegar.Pero hay más cosas curiosas en la sociedad danesa que pueden darnos pistas del camino hacia la felicidad. Por ejemplo, el hecho de que el 75% de los trabajadores daneses pertenecen a un sindicato, lo que ha desarrollado cualitativamente la relación entre los empresarios y los trabajadores. Un ejemplo, no existe como en otros países un Salario Mínimo determinado por el Estado, porque no hay empresarios con la mentalidad de exprimir al trabajador para aumentar el beneficio. Son cosas que evidentemente ayudan a que la población se sienta satisfecha y entienda que eso genera calidad de vida.En esa geografía de la felicidad, la parte de la península ibérica que habitamos ocupa el puesto 46. Estamos muy contentos del sol y el mito de trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Pero necesitamos un poco de humildad para aprender a construir una sociedad que escale puestos en ese índice. Para eso debemos mejorar nuestra enseñanza pública, que es la que genera cohesión social y cambiar nuestra mentalidad. Somos el país con uno de los sueldos mínimos más bajos de la UE, donde se trabajan más horas y los empresarios tienen el mayor índice de beneficios, donde la inversión en sanidad es de las más bajas. Y todo eso es así porque está escrito en nuestro cerebro y que nosotros podríamos cambiar. Otra cosa es porqué no lo hacemos.

 

EL VERANEO DE AZNAR

EL VERANEO DE AZNAR

A menudo uno puede pensar que cuando llega el verano las cosas se relajan, la gente se preocupa de si la paella del chiringuito estará pasada o de encontrar un buen lugar donde plantar la sombrilla en la playa. Las cosas se tranquilizan y tener lejos al jefe permite ver la vida un poco más rosada.

El verano sirve para eso, para apartar las preocupaciones y relajarse sin pensar que la vida tiene un lado oscuro. Pero mientras los ciudadanos comunes y corrientes se relajan y hacen sudokus, algunos líderes mundiales aprovechan esa distracción de la opinión pública internacional para colar algunos acontecimientos que serían rechazados por el común de los mortales.

Y es que los líderes internacionales son muy listos o gastan mucho dinero en asesores. En concreto me refiero a los grandes líderes de la historia o de la política planetaria, los grandes estadistas que saben gobernar el mundo; ordenar un bombardeo de civiles cuando medio occidente está veraneando o acusar a un país de armas que no tiene, que es una buena forma de gestionar los asuntos de este nuestro pequeño mundo.

Pero cuando esos grandes líderes se ponen a trabajar generan añoranzas en otros que se creyeron piezas fundamentales para la historia. Hombres que no asimilaron su pequeñez o la forma en que terminaron su actividad política que se miran reflejados en el espejo de la posteridad y se ven agrandados, cuando deberían verse deformes, como los que pasean por la Calle del Pez en el famoso libro de Valle Inclán, Luces de bohemia.

Como España ya es una potencia mundial en todo, también lo es en este tipo de personajes. Algunos de ellos los hemos exportado a universidades norteamericanas o a grandes grupos de comunicación, para que puedan demostrar que son imprescindibles.

Estos personajillos aprovechan la falta de noticias en verano para rematar un gol con la mano. Ha sido el caso de José María Aznar, que acaba de apoyar el bombardeo del Líbano a pesar de lo cientos de muertos que hasta ahora ha producido.

Se trata del mismo Aznar al que no le tembló la mano cuando decidió apoyar una intervención en Iraq cargada de mentiras y que ha causado miles de muertos. Un hombre al que se le queda pequeña la máxima del “ojo por ojo” y que para las relaciones internacionales prefiere las bombas que las reuniones en las que se dialoga y se puede llegar a un acuerdo sin necesidad de hacer despegar bombardeos.

Lo peor de ese tipo de líderes es que después no asumen responsabilidades y son capaces de cualquier cosa para salvar su pellejo. Lo vimos en el caso de los atentados de Madrid, donde Aznar participó en una de las más grandes mentiras de la historia.

Con sus declaraciones sobre lo que debería ocurrir en el Líbano, nos demuestra su gran preocupación por el bienestar de la humanidad. Es de agradecer que permanezca fiel a sus principios y no cambie de chaqueta, como hacen otros. Pero sería mucho mejor que se dedicara a los negocios, que ya tiene bastante. Y después que se relaje, que la condecoración que no pudo comprar con el dinero de todos los españoles al Congreso de los Estados Unidos se la impondrá cualquier día de estos las Federación Internacional de Fabricantes de Bombas.

Publicado el 26 de julio de 2006

LA JUSTICIA VA POR BARRIOS

Es difícil adivinar por qué los medios de comunicación eligen más noticias negativas que positivas a la hora de elaborar sus informaciones. Por eso hay que pensar que la emisión de desgracias cumple una función social que genera algún tipo de beneficio o satisfacción. Creo en cierto modo, el objetivo es anestesiar a los seres humanos, hacerlos menos sensibles a causa de la reiteración, e inutilizarlos para tener una reacción sensible ante las injusticias.

 

Las emociones de los seres humanos no se destruyen, a pesar de que a menudo duerman el sueño de nuestro pequeño mundo individual, de nuestra pequeña tragedia cotidiana. Por eso contemplación de la fotografía casi me agrieta los ojos, como si el impacto de su significado se incrustara duramente en mis pupilas y quisiera atravesarlas de una luz sólida y destructora. Un hombre sujeta el cuerpo sin vida de una niña. Tendrá apenas tres años. El hombre muestra el cuerpo a la cámara del fotógrafo, como queriendo denunciar lo ocurrido, como diciendo: “Miren lo que nos están haciendo”.

 

El cuerpo inerte de la pequeña se ve con los brazos y el cuello descolgados, subrayando la fuerza que ya no tienen sus articulaciones. La inocencia de esos tres años, de su diminuto cuerpo, multiplica exponencialmente la crueldad de sus asesinos.

 

Las acciones del ejército israelí en Palestina y el Líbano han causado la muerte de decenas de civiles, entre ellos numerosos niños y mujeres. El gobierno de Israel ha pedido perdón por esos daños colaterales, pero no ha mostrado ninguna disposición a dejar de cometer sus ataques que tantas vidas están costando.

 

La impunidad con la que actúa el ejército israelí pone en evidencia los defectos de los organismos internacionales, incapaces de detener agresiones como esa cuando el apoyo de algunas potencias mundiales es una carta blanca para seguir asesinando. Tenemos tribunales de justicia internacionales a los que puede acudir gente como Milosevic, pero nunca llegarán a sus banquillos los torturadores de detenidos en Irak o los responsables de las matanzas que estos días han llevado el efecto de las bombas a las portadas de los diarios de todo el mundo.

 

También señala las deficiencias de la ONU, que puede mandar una misión humanitaria a Ruanda, pero no lo hace en el caso de un conflicto, el palestino-israelí, contra el que la Asamblea de Naciones Unidas ha llevado a cabo numerosas resoluciones.

 

Ya sabemos que los muertos no son iguales en ninguna parte, que si esa niña de tres años hubiera sido una ciudadana de un país europeo las consecuencias para sus asesinos quizás existirían. Pero acontecimientos como los actuales nos enseñan que tampoco los asesinos son iguales, que un militar israelí puede bombardear un grupo de coches en el que huyen varias familias, o uno norteamericano disparar a un cámara de televisión como José Couso, al tiempo que los ocho presidentes más poderosos del planeta sonríen y se divierten en San Petersburgo y los asesinos de esa niña cenan en casa, viendo en la televisión el resultado de su impune jornada de trabajo.
Publicado el 19 de julio de 2006

¿POLÍTICOS CON ÉTICA?

Hay novelas que dejan una huella importante y a veces es difícil saber por qué. Libros que no quieres terminar, porque has establecido una relación con sus personajes que deseas que permanezca en el tiempo. Otras te emocionan y en cierto modo te transforman y al terminarlas ya no eres la misma persona que la empezó a leer. Esa es una de las cosas buenas de la literatura, que la ficción se entremezcla con tu biografía real y puede cambiar el significado de cosas importantes.
 
A mí me han marcado muchos libros y últimamente me acuerdo especialmente de uno. Se titula “La insoportable levedad del ser” y lo escribió el autor checo, Milan Kundera, en el año 1984. Una de las cosas que me gustan de Kundera es que inicia algunas de sus novelas a partir de planteamientos filosóficos. Arranca con una discusión teórica que luego desemboca en la vida de sus personajes.
 
En el caso de “La insoportable….” la discusión me parece especialmente interesante. En la introducción a esa novela plantea el mito del eterno retorno, a partir de la teoría del Big ban, según la cual el universo surgió a raíz de una inmensa explosión. Según ese planteamiento, nuestra historia se repite de forma milimétrica. Cada una de las cosas que ocurren en el universo, van a repetirse infinitamente a lo largo de millones y millones de años.
 
Lo que hace Kundera es trasladar ese planteamiento al terreno de la ética y el comportamiento individual. Imaginemos que estamos viviendo la primera ocasión en la que ocurren las cosas. Por ejemplo, que yo estoy escribiendo por primera vez esta columna y luego se repetirá eternamente. Que usted la está leyendo por primera vez y que la seguirá leyendo millones de veces a lo largo y ancho del futuro.
 
Lo que Kundera quiere explicar es que si cada acto que hacemos, lo hacemos eternamente, tenemos una responsabilidad muy grande. Si es una injusticia se repetirá eternamente. Si es algo bueno también. Por el contrario, si no se repite para siempre y los actos desaparecen nada más hacerlos, el compromiso ético que eso requiere es mucho menor.
 
Así en la novela se cruzan los caminos de dos personas, un hombre y una mujer, que representan esos dos modelos, el de la levedad del ser y el de la eternidad del ser. Él, trata de disfrutar la vida, sin comprometerse, sin apenas responsabilizarse. Ella busca el compromiso y lo reclama. Lo exige como una forma de vivir, como algo necesario.
 
Esos dos modelos están dentro de cada uno de nosotros. En algunas personalidades predomina uno y en otras es otro. A veces somos más responsables y a veces más leves, más ligeros. Quizás esa es la fórmula, ejerciendo el lado más responsable en momentos importantes.
 
Eso me gustaría ver en la clase política. Que si un convoy del metro de Valencia se convierte en el Yakovlev subterráneo y mueren 42 personas que podían estar ahora vivas si se hubiera instalado un sistema de seguridad, alguien se responsabilice y dé un ejemplo de dignidad política que se repita infinitamente.
Publicado el 12 de julio de 2006

CONDENAR TODAS LAS VIOLENCIAS

El Parlamento Europeo hizo ayer una condena del golpe militar del general Franco y de su dictadura, con el fin de reconocer a sus víctimas, en el 70 aniversario de la sublevación que dio inicio a la guerra civil española. Todos los grupos parlamentarios participaron favorablemente en el acto, excepto el Partido Popular español y algunos representantes de la extrema derecha.
 
El portavoz del PP en la eurocámara, Mayor Oreja, no fue capaz en su intervención de nombrar a Franco, ni a la dictadura franquista, y en cambio habló de la autodeterminación, de las naciones que no lo son y de otras cuestiones que nada tenían que ver con el motivo de la moción. 
 
La dictadura franquista fusiló a más de 55.000 republicanos y republicanas, en “tiempos de paz”; encarceló a cientos de miles de personas por sus ideas, obligó a exiliarse a más de 400.000 ciudadanos, secuestró la democracia durante cuarenta años, en los que nuestro país no pudo elegir democráticamente a sus representantes políticos ni manifestar públicamente sus ideas y educó a dos generaciones de ciudadanos en los principios de un régimen inspirado en el nazismo.
 
Durante muchos años hemos visto al Partido Popular hablando de su defensa de las víctimas de la violencia y haciendo de ello una de sus principales causas políticas. Pero lo que queda en evidencia con casos como el del Parlamento Europeo es que hay unas víctimas que le interesan y otras que no.
 
El mismo partido que se declara heredero del espíritu de reconciliación de la transición y de la UCD, se niega a condenar una dictadura. El mismo partido que embarcó a nuestro país en una guerra para liberar al pueblo iraquí de un dictador, se niega a condenar a otro. El mismo partido que ha perseguido sin descanso al brazo político de la banda terrorista ETA, hasta ilegalizarlo, entre otras cosas, por no condenar la violencia, se niega a condenar la violencia franquista y a reconocer el daño que la dictadura hizo a nuestra sociedad. ¿Qué ocurriría si el PP condenara la dictadura? ¿Por qué no son capaces de deslegitimar el franquismo?
 
Debe ser que las cosas no ocurren casualmente. El PP es un partido fundado por Manuel Fraga, político que hizo una gran carrera al abrigo del general Franco. El actual senador gallego, declaró tras ganar las últimas elecciones a la Xunta de Galicia, en el año 2001, que el siglo XX había comenzado en España en 1936. O sea, que para el “padre fundador” lo que modernizó este país fue el asesinato de miles de personas, el exilio de mucha de la gente mejor formada y el ejercicio del fascismo que llevó a Europa a vivir los momentos más terribles de su historia.
 
Hace unas semanas, Mariano Rajoy habló de las conmemoraciones de la II República y de la guerra civil, con una contundente frase: “Me importa un bledo lo que ocurrió hace setenta años”. Lo hizo, y lo hace a menudo su partido, como si negarse a condenar el franquismo fuera una forma apolítica de mirar hacia el pasado. Y lo que se ve claramente, en este tipo de actitudes, es que no condenar aquellos años oscuros, sin derechos humanos, sin libertad y sin democracia, es una forma de permanecer en ellos.
Publicado el 5 de julio de 2006