PUERTAS AL CAMPO

Me costaba creer que pudiera intentarlo de nuevo. Pero me lo contó con total normalidad. Tenía un hermano en Ámsterdam y otro en Barcelona y no estaba dispuesto a ser “el hermano pobre” de la familia. Recuerdo que me dio una tarjeta de la peluquería en la que trabajaba en Fez, mientras me contaba con una sonrisa en los labios lo ilusionado que estaba con su nuevo intento. Su historia me dio la medida del poder de atracción que tiene Europa para los habitantes del continente africano que quieren prosperar o escapar de la miseria.
El deseo de prosperar, de huir de la miseria y de proporcionarle a la familia un futuro mejor no se puede vallar, ni eliminar con unas patrullas marítimas. Es evidente que el fenómeno de la inmigración es mucho más complejo y que Europa es en buena parte responsable del problema actual, por la explotación colonial que hizo, y que en parte sigue haciendo, del continente africano.
Para abordar una solución real es insuficiente que los chicos de Moratinos ofrezcan ayudas económicas a los gobiernos a cambio de que controlen sus costas. Hay que mirarlo de forma compleja y entender que la solución pasa por atacar el problema de raíz. Mientras el futuro económico y socialmente digno sea una franquicia, a la que buena parte de los habitantes del planeta no tiene acceso, no cambiará el rumbo ni la intensidad de la inmigración. El fin de la miseria debe ser un objetivo prioritario de la comunidad internacional. Y para solucionarlo realmente, se deben sustituir las medias represivas por políticas comprensivas.
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