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OTRA MIRADA

EL VERANEO DE AZNAR

EL VERANEO DE AZNAR
A menudo uno puede pensar que cuando llega el verano las cosas se relajan, la gente se preocupa de si la paella del chiringuito estará pasada o de encontrar un buen lugar donde plantar la sombrilla en la playa. Las cosas se tranquilizan y tener lejos al jefe permite ver la vida un poco más rosada.

El verano sirve para eso, para apartar las preocupaciones y relajarse sin pensar que la vida tiene un lado oscuro. Pero mientras los ciudadanos comunes y corrientes se relajan y hacen sudokus, algunos líderes mundiales aprovechan esa distracción de la opinión pública internacional para colar algunos acontecimientos que serían rechazados por el común de los mortales.

Y es que los líderes internacionales son muy listos o gastan mucho dinero en asesores. En concreto me refiero a los grandes líderes de la historia o de la política planetaria, los grandes estadistas que saben gobernar el mundo; ordenar un bombardeo de civiles cuando medio occidente está veraneando o acusar a un país de armas que no tiene, que es una buena forma de gestionar los asuntos de este nuestro pequeño mundo.

Pero cuando esos grandes líderes se ponen a trabajar generan añoranzas en otros que se creyeron piezas fundamentales para la historia. Hombres que no asimilaron su pequeñez o la forma en que terminaron su actividad política que se miran reflejados en el espejo de la posteridad y se ven agrandados, cuando deberían verse deformes, como los que pasean por la Calle del Pez en el famoso libro de Valle Inclán, Luces de bohemia.

Como España ya es una potencia mundial en todo, también lo es en este tipo de personajes. Algunos de ellos los hemos exportado a universidades norteamericanas o a grandes grupos de comunicación, para que puedan demostrar que son imprescindibles.

Estos personajillos aprovechan la falta de noticias en verano para rematar un gol con la mano. Ha sido el caso de José María Aznar, que acaba de apoyar el bombardeo del Líbano a pesar de lo cientos de muertos que hasta ahora ha producido.

Se trata del mismo Aznar al que no le tembló la mano cuando decidió apoyar una intervención en Iraq cargada de mentiras y que ha causado miles de muertos. Un hombre al que se le queda pequeña la máxima del “ojo por ojo” y que para las relaciones internacionales prefiere las bombas que las reuniones en las que se dialoga y se puede llegar a un acuerdo sin necesidad de hacer despegar bombardeos.

Lo peor de ese tipo de líderes es que después no asumen responsabilidades y son capaces de cualquier cosa para salvar su pellejo. Lo vimos en el caso de los atentados de Madrid, donde Aznar participó en una de las más grandes mentiras de la historia.

Con sus declaraciones sobre lo que debería ocurrir en el Líbano, nos demuestra su gran preocupación por el bienestar de la humanidad. Es de agradecer que permanezca fiel a sus principios y no cambie de chaqueta, como hacen otros. Pero sería mucho mejor que se dedicara a los negocios, que ya tiene bastante. Y después que se relaje, que la condecoración que no pudo comprar con el dinero de todos los españoles al Congreso de los Estados Unidos se la impondrá cualquier día de estos las Federación Internacional de Fabricantes de Bombas.

Publicado el 26 de julio de 2006

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