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OTRA MIRADA

AZNAR NO ENCUENTRA SU SITIO

AZNAR NO ENCUENTRA SU SITIO
José María Aznar me tiene bastante preocupado. Desde las elecciones de marzo de 2004  lo noto raro, como si no encontrara su sitio tras los ocho años en los que ocupó el Palacio de la Moncloa. Su vida como ex presidente le está resultando más complicada de lo quizás pensó. No sé si eso tendrá alguna relación con las mentirás que contó el 11 de marzo. Quizás es la culpa lo que azota su atormentado espíritu. Debe ser difícil haber sostenido una de las mayores mentiras de la historia y tener que pasear por el mundo con ese sambenito. Sobretodo después de lo que hizo por España y por el pueblo iraquí.
Estoy seguro de que después de la fotografía de las Azores se imaginaba a sí mismo presidiendo algún organismo internacional de primer orden. Pero antes de ocupar ese cargo quiso dejar a su heredero con una mayoría absoluta y la avaricia electoral le rompió el saco. Sus apariciones ante la opinión pública acostumbran a producirse gracias a sus excéntricas declaraciones y utilizo la palabra “ex céntricas” porque son afirmaciones muy alejadas del centro político, por el que sólo transitó de lejos durante sus años de gobierno en minoría, pactando con los nacionalistas vascos y catalanes. La situación de Aznar es complicada. Lo que ocurrió entre el 11 y el 14 de marzo de 2004 fue demasiado fuerte como para poder borrar esa mancha con la erosión que provoca el paso del tiempo y la velocidad con que fluye la información, que ha convertido el presente en algo extremadamente efímero.  Una de sus opciones sería admitir públicamente lo que hizo y p edi r perdón a todas las personas a las que llamó miserables por dudar de su versión de los hechos. Y en especial, disculparse con las víctimas del atentado.
Eso quizás no le devolvería la imagen que mantenía la víspera del 11 M , pero sería un gran ejemplo para la política española el hecho de que alguien admitiera un error y se disculpara por él.  Cuando un político piensa que todo el mundo está equivocado menos él algo está ocurriendo. Eso le pasó con la guerra de Irak y desde entonces sigue viendo monstruos donde hay molinos. Y lo que me temo es que sabe que son molinos, pero prefiere tratarlos como monstruos. Su última gran epopeya ha sido declarar en la televisión portuguesa que es mentira que su gobierno negociara con ETA. Parece que las decenas de periodistas que escribieron noticias y portadas sobre esa negociación tenían alucinaciones. Quizás debería plantearse el ex presidente denunciarlos por falsificación de hechos. Pero un hombre tan importante y que ha venido al mundo para una misión trascendental no puede perder el tiempo en salvar su honor. 

 

Aznar prefiere d edi carse a la guerra santa, para la que parece designado por una divinidad. Ha exigido que los musulmanes pidan perdón por la invasión de un país llamado España, pero que no existía en el año 711. Ha reivindicado la labor de los Reyes Católicos que expulsaron a los “moros” y unificaron una parte de la península ibérica. Sin duda se trata de un hombre que no es de su tiempo; con la mentalidad que tiene debería haber nacido en el siglo XV.

 

Publicado el 27 de septiembre de 2006

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