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OTRA MIRADA

UN SUSTO, UN VOTO

Un susto, un voto
La derecha española se motiva si tiene un demonio al que enfrentarse. Históricamente ese honor lo han ostentado herejes, afrancesados, comunistas o separatistas; colectivos que evidentemente ni han tenido ni tienen rabo ni cuernos. Así que con una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas en una mano y con un disfraz de demonio en la otra, ¿a quién le ha tocado el sambenito de gestionar el nuevo infierno?... A los inmigrantes; esos hombres y mujeres que según algunos populares parece que pasan las veinticuatro horas del día tratando de contribuir al mal de la humanidad, de aprovecharse de los empresarios que les contratan o de ocupar la cama de un hospital con tal de disfrutar de la sanidad pública.
Los cuatro años de oposición histérica del Partido Popular han llevado a Mariano Rajoy a una isla electoral en la que no tiene capacidad de pescar votos; puede tener los que tiene. El PSOE puede arrebatárselos a IU, al PNV o a Esquerra Republicana, pero los populares han incendiado su bosque sin haber hecho un cortafuego.
Así los estrategas conservadores han decidido construir su propio caladero de votos y no tener que ir a picotear en otros comederos electorales. Y nada mejor para un partido como el PP que utilizar el miedo, un sentimiento que podemos tener cualquiera de nosotros, independientemente de las ideas políticas que habiten en nuestro cerebro.
Después de haber inventado sustos durante cuatro años: la ruptura de España, un Gobierno arrodillado ante los terroristas; el Partido Popular ha tenido la suerte de poder contar con un susto real a su medida; el enfriamiento de la economía. Tenía a su disposición otros como el calentamiento del planeta, las deficiencias en la educación o los accidentes laborales, pero esos no han parecido interesarles; por algo será.
Cuando la economía ha devorado el trabajo de unas decenas de miles de españoles el pasado mes de enero, los pescadores de votos de la calle Génova han comenzado a soltar sus redes de arrastre, cargadas con terroríficos cebos. Y el principal de ellos ha sido el extranjero, ese ser que antes los ojos populares parece tener tendencia a delinquir y que como dice Cañete no recuerda ni el pedido en la mesa de una cafetería.
Tenga cuidado con el inmigrante, le puede quitar la cartera, el trabajo o servirle un café con leche cuando usted pidió una caña. Ese inmigrante, mucho peor que un camarero patrio, mala persona, siempre pensando en delinquir o en no pagar impuestos. Corriendo va Rajoy cuan pastorcillo a gritar: ¡Que viene el lobo!
Un mensaje que puede calar en gente con inseguridad laboral, cultural o miedo a la diferencia. Ya lo dijo Jarcha en su Libertad sin ira: “…este país necesita palo largo y mano dura para evitar lo peor”. Y menos mal que ahí está Mariano para asustar y luego quitar el susto. Incluso a mí me ha llegado su mensaje. Llevo muchos años mirando con desconfianza a los niños de doce años, siempre me han parecido muy peligrosos cuando los veía jugando en un parque sin vigilancia policial. Ahora Mariano quiere que haya posibilidad de encarcelarlos. Nadie asusta mejor que él.
Publicado el miércoles 13 de febrero

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