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OTRA MIRADA

EL ABRAZO DE LA HUMANIDAD

EL ABRAZO DE LA HUMANIDAD
En numerosos informativos de televisión y todo tipo de publicaciones ha aparecido desde hace unos cuantos días una hermosa fotografía en la que se pueden ver dos esqueletos abrazados, mirándose fijamente a los ojos, como si estuvieran a punto de besarse. Se trata de un emotivo hallazgo realizado por un grupo de arqueólogos en la localidad itali ana de Mantua.
Todavía no se han llevado a cabo las pruebas necesarias para conocer la fecha exacta en la que vivió esa pareja. Los antropólogos físicos que colaboran en la excavación, a falta de las evidencias científicas que hallarán en un laboratorio, han asegurado que se trata de dos personas que vivieron hace más de cinco mil años.
Descubrir que los seres humanos ya se querían hace más de cincuenta siglos, en una época en la que no existían documentos escritos ni novelas románticas, mejora sin duda la imagen que tengo de la humanidad, por lo menos la imagen que tengo de nuestros antepasados cariñosos, que no de todos ellos.
Cuando se estudien a fondo los restos encontrados en la excavación arqueológica se podrá saber si eran un hombre y una mujer. Por ahora sólo se sabe que se trataba de dos personas jóvenes, porque las dentaduras de ambos muestran un desgaste leve.
Lo que no va a poder esclarecer ni la más exhaustiva prueba de biología molecular es quiénes eran realmente. Pero seguro que habrá aventurados que harán hipótesis y por eso prefiero hacerlas yo.
Podría imaginarme por un momento que se trata del presidente de una comarca o de una tribu y el líder de la oposición en un lugar donde las distintas corrientes de opinión tenían claro un acuerdo básico; que a pesar de sus diferencias estaban condenados a ser más o menos felices en el mismo territorio. Eso les unía y también mejoraba mucho las cosas el hecho de que el representante de la oposición aceptaba su derrota y que para gobernar no es necesario destruir al adversario.
Podrían ser también los líderes de dos países distintos; uno en el que había leña y otro que necesitaba mucha. Y el que la necesitaba, aunque tenía más armas y más guerreros, en vez de inventarse una supuesta traición para invadir el territorio vecino, llegaba a un acuerdo beneficioso para ambos que se sellaba con un abrazo.
También podría tratarse del representante de una dictadura ant edi luvi ana que gobernó con mano de hierro el territorio durante unos cuarenta años, con toda la crueldad y la falta de humanidad de quien desprecia la vida hum ana . Y después de asumir la responsabilidad del daño que había hecho se disculpó públicamente ante sus víctimas y se abrazó a ellas, hasta solidificar una verdadera reconciliación, que no se basaba en justificar lo que hizo sino en reconocer lo que nunca debió hacer.
O podrían ser, la hija de un acaudalado propietario y un joven inmigrante que llegó a las costas itali ana s en busca de una vida mejor, a bordo de una frágil patera y fue recibido con el cariño y la comprensión que debería merecer cualquier persona que huye de la miseria. Sean quienes sean ocurrió hace miles de años y abrazos como ese fueron la semilla de las cosas buenas que hoy hay en el mundo.

Publicado el 14 de febrero de 2007

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