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OTRA MIRADA

OTROS QUE SON NOSOTROS

OTROS QUE SON NOSOTROS
Cuando una persona ha desarrollado suficientemente su personalidad sabe hacer convivir su deseo con su realidad. Eso supone la capacidad de enfrentarse a nuevas situaciones o resolver sus conflictos de una forma que le haga mejorar y le ayude a crecer. Se trata de una madurez especialmente necesaria en la sociedad actual, donde la velocidad a la que se producen los cambios impide, en muchas situaciones, digerirlos.
Le pasa al niño que ha vivido solo en casa y entra en el colegio donde tiene que aprender a compartir con otros. Le pasó a la humanidad que durante siglos resolvió sus diferencias a golpe de lanza, espada y catapulta, sacrificando millones de vidas humanas por la simple incapacidad de hacerlo de otra forma.
A veces pensamos que ese es el único modo en que la realidad puede existir y no es así. Que un conflicto lo gane el más fuerte puede considerarse un principio relativamente  universal, pero no la forma en que puede hacerlo o lo que consideramos una victoria.
La bronca colectiva entre jóvenes españoles y latin kings hace saltar una alarma. La sociedad española ha disfrutado y sufrido muchos cambios en las últimas tres décadas. Entre ellos ha sido fundamental el fenómeno migratorio que ha incorporado individuos de otras culturas con los que tenemos que convivir. Se trata de una oportunidad para los que llegan y para los que ya estaban. Pero como toda situación novedosa genera conflictos que de vez en cuando se hacen patentes.
Lo ocurrido en Alcorcón y otras ciudades es consecuencia de ese proceso. Y hay que analizar ese fenómeno como un conflicto unilateral, porque no hay dos partes, si no dos grupos que forman parte de una misma sociedad. Sólo desde esa perspectiva es posible construir una nueva relación para los que llegan y para los que están.
Ante eso hay políticos que rozan los comentarios xenófobos o los silencios xenófobos. Otros que hablan de integración, pero que no toman medidas. Y todos ellos deberían  responsabilizarse y construir cauces para que esa convivencia no genere violencia.
No se trata de decir frases huecas y tópicas. Los inmigrantes no llegan únicamente para dar beneficios a los empresarios y encerrarse en un gueto. Llegan para mejorar sus vidas y mejorar las nuestras. Para que sus hijos vayan a las universidades, se casen con nuestros hijos o nuestros nietos y desarrollen el trayecto que les hace pasar de ser otros a ser nosotros.
Existe una mentalidad que necesita una antiespaña y que no conoce otra forma de identidad que no sea la oposición a un infiel. Una mentalidad que despierta ante sucesos como los de Alcorcón, igual que un vampiro que acude a la llamada de la noche, ante el olor sangriento de la xenofobia. Cuando un individuo o un grupo se enfrentan a un conflicto tienen la oportunidad de crecer, de mejorar. Los problemas son la posibilidad de construir algo mejor. Es una responsabilidad que tenemos todos los ciudadanos, la de construir una sociedad en la que los conflictos nunca alcancen la violencia. Aunque haya pescadores que traten de hacer caja en ese río revuelto.
Publicado el 24 de enero de 2007

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