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OTRA MIRADA

ECHAR LEÑA AL FUEGO

ECHAR LEÑA AL FUEGO
Lo ocurrido en Galicia con la oleada de incendios me produce unas inmensas ganas de repartir leña a diestro y siniestro. Los políticos han vuelto a quedar a la altura del betún, incapaces de mostrar y demostrar la responsabilidad que deberían ejercer.

Los primeros en pagar el pato de mi rabia van a ser los responsables de la Xunta de Galicia. El aumento de superficie quemada este verano, con respecto a la del año pasado, puede que salga de una simple regla de tres si introducimos el porcentaje de disminución lluvias en los últimos meses. Pero por haberse tratado de un año de sequía, deberían haber multiplicado su plan de prevención de incendios.

También tiene su parte de responsabilidad la oposición, que ha vivido el mismo año de sequía y, con tantos años de experiencia de gobierno, debería haber reaccionado. Cuando uno está en política debe ser responsable; tanto si gobierna como si no lo hace.

Hemos vivido durante cuarenta años en una dictadura donde los gobernantes, a golpe de casquillo, no ejercían responsabilidades sobre sus actos. Es más, nuestra actual democracia se constituyó sobre su misma impunidad y de aquellos polvos, estos lodos. Y una sociedad cambia más rápido su apariencia que su mentalidad.

El caso de las responsabilidades me sirve para el metro de Valencia, el hundimiento del barrio del Carmel o los repetidos accidentes laborales en los que generalmente los trabajadores son enterrados sin la presencia de ningún cargo institucional.

El político debe interpretar permanentemente lo que ocurre con inteligencia. Si está gobernando tiene el deber de anticiparse a las desgracias, al menos a las que avisan. Y si está en la oposición también tiene ese deber y no sólo el de atacar al contrario. Hubiera estado bien que el PSOE avisara hace unos meses del mal funcionamiento del metro de Valencia o que el PP hubiera reclamado un plan especial antiincendios al principio del verano, como consecuencia de la falta de lluvias. Mucho nos habríamos ahorrado.

La política que se ejerce en nuestro país está movida en demasiadas ocasiones por la intención de derribar al contrario. Y vuelvo al pasado, cuarenta años de una dictadura que derribó una democracia y de una democracia que para regresar intentó derribar a una dictadura.

Y desde ese pasado también hay leña para los ciudadanos, que viven en la misma realidad, que han vivido esa sequía y que delegan demasiadas cosas en los políticos. Venimos de una sociedad donde el dictador Francisco Franco esgrimía su gran principio: “Haga como yo, no se meta en política”. Y de aquellos polvos, estos lodos.

Somos una sociedad que no gobierna sus desgracias, sino que lo hace cuando ya han ocurrido. Hay una especie de delegación en la providencia divina que en una civilización que cuenta con importantes instrumentos científicos y tecnológicos no deberíamos tolerar. Tenemos que exigirnos y exigir a los políticos que las utilicen para mejorar nuestra calidad de vida y que no dependamos de la improvisación cuando alguien con la insana intención de quemar un bosque decide que nuestro futuro sea vivir rodeados de cenizas.

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