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OTRA MIRADA

¡QUÉ QUIJOTESCO!

Tengo que escribir esta columna y aunque son muchas las ideas que se acumulan en mi cabeza mi obligación es seleccionarlas. A veces no es fácil tenerlas claras, pero si no la escribo entera, no se publica. Voy a probar con esta. Durante todo el año pasado he estado a punto de cogerle manía a Miguel de Cervantes. La Ministra de Cultura, Carmen Calvo, ha escondido las carencias de su programa político detrás de cientos de actos relacionados con el autor del Quijote y con la publicación de la primera parte del libro. Es triste vivir en un país donde todo es tan superficial y los debates que deberían llevarse a cabo con profundidad nunca llegan.

A menudo los escritores utilizan la ficción para escribir de la forma más realista que pueden. A veces los escritores reflejan en sus libros lo que la sociedad no quiere ver de sí misma, lo que no se atreve a reconocer. En un año de conmemoración del Quijote, deberíamos habernos planteado cuán quijotesca es nuestra forma de ver la vida, en lo positivo y en lo negativo.

Entre todos los personajes de la política ibérica hay uno que condensa algunas de las características del más famoso de nuestros Caballeros Andantes. Alguno puede sorprenderse pero me refiero a José María Aznar. Sus últimas declaraciones en las que ha dicho que se ofrece para combatir el populismo izquierdista de América Latina demuestran lo que digo; que detrás del ex presidente del gobierno hay un Caballero Andante, deseoso de deshacer entuertos.

Durante sus cuatro años de gobierno con mayoría absoluta demostró su afán por emular a Don Quijote y no sólo por tomar bajo su protección a un escudero como Mariano Rajoy. Su afán por defender a sus conciudadanos no tiene parangón. Por ejemplo, cuando nos anunció la existencia de armas de destrucción masiva en Irak y no las había. Qué mejor manera de ver gigantes donde sólo había molinos. Y una vez que se puso a ver monstruos no paró de verlos; con la gente que discrepaba políticamente de él, con los actores que se revelaron contra sus hazañas bélicas, con la forma en la que construyó una monstruosa mentira tras el atentado del 11 de marzo.

Prensaba que el tema del Quijote me iba a llegar hasta el final de la columna pero no se me ocurre más. Eso no quiere decir que no vaya a aprovechar el resto del espacio que me ofrece este periódico. Se me ocurre comentar la hoja parroquial del arzobispado de Valencia en la que se dice que las mujeres maltratadas son unas provocadoras. Un Catedrático de Teología, Gonzalo Gironés, ha escrito el citado panfleto. Por lo visto las mujeres que sufren agresiones físicas en el fondo se lo merecen.

Para la Iglesia católica española las mujeres siempre han sido unas provocadoras. Hace unos cientos de años las quemaban por llevar una vida liberal y durante el siglo veinte trataron de corregir esa desgracia de la especie llamada mujer. Desde que la provocadora de Eva consiguió que Adán mordiera la manzana, las mujeres han estado perseguidas; han sido brujas, adúlteras o nevenkas. Y por lo que parece todavía no han ganado el derecho a liberarse de tanta culpa. ¡Con la Iglesia hemos topado! Anda, otra vez Cervantes. Si es que este país es demasiado quijotesco. Y yo ya acabé.

Publicado el 15 de febrero de 2006

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