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OTRA MIRADA

EL ESCÁNER

Las noticias acerca de nuevos inventos son unas de mis preferidas cuando leo el periódico. Me encanta conocer los avances de la tecnología. En especial, me gustan los que tienen que ver con la medicina, para algo soy aprensivo y me preocupo en exceso por los males del cuerpo.

Recientemente he conocido uno de esos inventos que me encantaría tener. Se trata de un escáner de última generación. En su manual de instrucciones dice que puede explorar órganos completos en un segundo. Sin duda es algo que ayudará a menguar las listas de espera sin necesidad de maquillarlas. En lo que dura un latido, la máquina fotografía en tres dimensiones el corazón, permitiendo un diagnóstico veloz.

Me gustaría conocer a alguien que tuviera ese escáner. Si me lo prestara podría cumplir uno de mis grandes sueños; escanear la realidad. Qué puede haber más hermoso que admirar en tres dimensiones lo que son verdaderamente las cosas. Sobretodo en un mundo en el que la mayoría de las personas son personajes y fingen lo que les conviene.

Si hubiera tenido esa máquina en mis manos la habría llevado a la Audiencia Nacional en el momento en el que decidió retener en Madrid los Papeles de Cataluña que habían pasado varias décadas secuestrados en Salamanca. Quizás en ese momento se hubieran fundido los plomos de la máquina porque el voltaje de esa decisión era de baja intensidad, de cuando sólo existían las bombillas de 125 voltios.

También me hubiera gustado escanear al Consejo General del Poder Judicial cuando, sin que nadie lo pidiera, emitió un informe contra el Estatut. Para interpretar ese diagnóstico es posible que hubiera necesitado ayuda del equipo arqueológico de Atapuerca. Siempre pensando en que igual que hay expertos en lenguas muertas los debe haber en ideologías en vías de extinción.

Y puestos a escanear más cosas me hubiera gustado llegar con mi máquina al Palacio de La Moncloa, el día de la reunión secreta del presidente Zapatero y Artur Mas. Debió ser una tarde maravillosa, fumando sin parar y celebrando el enfado que le esperaba a Carod Rovira. Igual hubiera detectado en el bolsillo de alguno de los dos negociadores la fecha del adelanto de las próximas elecciones catalanas. Sería perfecto para dar una primicia en esta humilde columna.

Si al prestarme el superescáner me hubieran dicho que sólo podía escanear una cosa tengo muy claro cuál habría elegido. A que lo adivinan. Me habría presentado con la máquina prodigiosa en la reunión en la que Rajoy, Acebes y Zaplana decidieron el texto de la pregunta para su referéndum callejero. Acebes queriendo chinchar a Piqué diciendo que había que meter la palabra Cataluña. Rajoy asegurando que le había prometido a Piqué que no nombraría el Estatut. Y Zaplana mirándose en el espejo para comprobar la calidad de su permanente bronceado.

Algún día tendremos junto a la televisión un escáner doméstico para ver la realidad y saber la verdad de lo que pasa. Eso no quiere decir que queramos verla. Lo más probable es que, como estamos acostumbrados a la ficción, sigamos prefiriendo el televisor.

Publicado el 1 de febrero de 2006

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