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OTRA MIRADA

UNA POLÍTICA DE CUENTO

Érase una vez un país en el que los políticos casi nunca debatían de las cosas verdaderamente importantes. Preferían crear cortinas de humo y d edi car sus posibilidades de establecer la agenda política por cosas que responden más a sus intereses electorales que lo que realmente interesa a la ciudadanía.
Eran unos políticos que se alejaban de la realidad y a veces a muchos años luz de distancia. Especialmente despistaban los debates de cosas importantes y centraban sus polémicas en cuatro temas para ellos fundamentales, para no tener que hablar de cosas importantes.
Un día la OCDE , donde están representados los países con economías potentes, había asegurado que en los últimos diez años, los ciudadanos de ese país eran los únicos de ese exclusivo grupo que habían perdido poder adquisitivo. La noticia se escurrió entre los temas que ellos acostumbraban a debatir y se perdió en los márgenes donde está escrito este cuento.
Ninguno de sus protagonistas políticos pidió un debate para ana lizar la razón por la que unos pocos g ana ban poder adquisitivo mientras la mayoría lo perdía. Parecía tratarse de que nunca hubiera una discusión pública y política acerca de qué ocurría con los grandes beneficios que generaba su economía.
Se trataba además de un lugar en el que los empresarios obtenían uno de los mayores márgenes de beneficio del núcleo duro de la Unión Europea. Algo paradójico, cuando los ciudadanos tenían uno de los sueldos más bajos de esos quince países y uno de los precios más altos de bienes tan básicos como la vivienda.
Los políticos de este cuento hablaban del problema de la vivienda y los dos más grandes estaban de acuerdo a dar ayudas para comprarlas. No pensaban en la posibilidad de hacer algo para que fuera más barata, porque las ayudas para comprarla mantendrían su precio muy elevado por el juego de la oferta y la demanda.
Los políticos de este país de cuento se preocupaban más por unas víctimas que por otras. Decenas de mujeres estaban siendo asesinadas y ellos no hablaban de derrotar al machismo, de ilegalizar cualquier forma social o cultural de sostener ese comportamiento, en el cuál el destino de la mujer le pertenece al hombre. Tampoco les ponían guardaespaldas a las mujeres amenazadas, ni hablaban de las miles de ellas que vivían bajo un régimen de terror, ni de su falta de libertad de expresión, ni de las numerosas atenciones que se les proporcionaban a otro tipo de víctimas.
Era un país donde durante años se hablaba de los mismos temas. Donde los principales partidos se d edi caban a gobernar para las encuestas, más que para las personas; se preocupaban demasiado por mantener sus cuotas de poder, su posibilidad de ofrecer cargos políticos a otros personajes de ese mismo cuento.
A veces se escuchaban voces que pedían debatir de otras cosas, ver reflejadas en las instituciones los problemas de la gente de la calle. Gente que pedía otra forma de escribir el cuento, pero los que mandaban ya sabían cómo hacer que la gente se preocupara de lo que a ellos les interesaba. Y colorín, colorado.
Publicado el 27 de junio de 2007

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